Es sabido que los gatos tardan tres
o cuatro días en elegir un dueño
cuando llegan a un hogar,
pero este tardó seis horas
y eligió a una mujer
que nunca había querido un gato,
¿quién les orienta en tan ardua disciplina?
un instinto animal antiguo y poderoso
les guía sin error por semejante laberinto,
y era casi obsesión, la seguía,
la escuchaba, la miraba cocinar,
la buscaba en las sombras,
la llamaba en la noche,
ronroneaba en su puerta,
lamía sus manos, conocía
las telas suaves de sus vestidos,
se tranquilizaba en sus brazos,
vigilaba sus sueños, era un padre
felino y orgulloso, un novio
de ojos amarillos y verdes,
un hijo mimado y pequeño,
una compañía extraña, hilado
de bigotes, nocturno de ojos,
radiante siempre en su regazo,
no podré olvidar su lomo arqueado
y torcido, sus ojos brillantes,
cuando aquella mujer
al fin, volvía del hospital,
hasta que no volvió,
y el gato tuvo que tragarse
su ausencia pesada,
ahora, pasados dos
años de aquel invierno,
ya no maúlla dolorido,
viudo y solo, se tumba
en el diván, y la recuerda
Hoy, Ana Frank cumpliría ochenta años,
¿cómo será ese sueño hondo
de cumplir y cumplir
ochenta años?
quién puede bajarse
del tren de la vida y mirar caminos
ochenta años
ochenta, ahora tendidos
en el árbol viejo de la muerte,
ochenta años
yo miraré por ti los fresnos,
apagaré las velas,
celebraré la luna,
besaré a mi mujer,
este es mi regalo:
felicidades.
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