barco fantasma
viene la brisa
manchada de lluvia
fría su voz
extraña su palabra
surcan el cielo
raros pájaros
sobre la neurastenia oceánica
de murallas de agua
regresan a los puertos
veleros bergantines
vacías las bodegas
huecos los marineros
anclados en los muelles
en sus mástiles llevan
miradas de melancolía
crespones negros
ágiles vigías
ascienden a las atalayas
ponen fuego en los faros
hacen señas con espejos
fantasmal crece
entre las sombras dibujado
un titán imaginario
con forma de barco
estridente una sirena
en la distancia anuncia
un ciego trasatlántico
esclavo del océano
navío gigante
desmantelado catafalco
poblado de incorpóreos
pasajeros desvelados
van sin rostro
sin facciones
en sus ojos ya no existen
huellas del pasado
insomnes permanecen
en sus camarotes féretro
otros en cubierta observan el horizonte
anhelando ver la estatua de la libertad
emigrados en la muerte
son hijos del sueño eterno
mariposas nostálgicas
de antiguos pensamientos
monocordes y perplejos
sus besos son de hielo
concha vacía su alma
sin milagros su templo
de la fortuna huérfanos
sin destino fugitivos
de sí mismos huyen
llevando en sus manos el vacío
en su infancia fueron víctimas
de violadores de niños
en altares sin dios
de mentira ungidos
de rodillas cantaron perdón oh dios mío
perdón e indulgencia
perdón y clemencia
perdón y piedad
sin embargo ahora
en la puerta cerrada del baile de máscaras
solamente sienten la inhumana lápida
de la pétrea mercurial infinita oscuridad
hondo pozo y sarcófago
hegemónico abrumador el miedo
denso humo negro que envuelve a los pasajeros
errantes emigrados sobre el mar
buscadores de perlas que insomnes esperan
un sueño eterno donde no se respire
el polvo miserable de la muerte
y el inhumano aire de un dios impostor
Acuario en Capri, de Ramón Hernández. Ediciones Vitruvio, número 299 de la Colección Baños del Carmen.
Estupendo este Acuario en Capri