El viento empuja tu voz balbuciente
por el líquido de vida.
El viento, madre, es la honda
que lanza tu voz
como única verdad.
La honda avista el alma
en el abismo oscuro, lanza tu voz.
Apenas raíz de agua, delgada,
ínfima raíz, cuando tu voz, madre
ya resonaba en mi sangre.
La fuente de vida vierte en tu seno
amarillas transparencias. El viento
cumple su epitafio de vida
y se rebela como única verdad
para las hojas muertas.
El alma pura se desangra
y el dolor exhibe su corona
de resistencia. El alma pura
se desangra. Pero el alma
es inviolable, como el perfume
de la flor de las acacias
que me traes en este aire nuevo
de tristeza iluminada.
El mar para mis lágrimas,
la semilla de las rosas del patio
para tu vientre de algas.
No desesperes.
El amor aún resiste
en tu mano apretada.
El ajimez de la casa de piedra, de Francisco Vaquero Sánchez. Ediciones Vitruvio. Número 284 de la Colección Baños del Carmen.
Como casi siempre, nos hacemos eco en LCN.
Muchos éxitos.