Presentación de Alas sin pájaro, de José Luis Fernández Hernán

El próximo miércoles 10 de
octubre, presentaremos Alas sin pájaro, de José Luis Fernández Hernán
que será presentado por Alberto Infante y Pablo Méndez, será en el Centro
Riojano, calle Serrano, nº 25 a las 19: 30 horas.
18
Lo primero que tengo que explicar
es que mi abuelo no era tal
era un tío abuelo político
un abuelo postizo, un abuelo adoptivo
que yo elegí con el instinto infalible
de los niños
Era un caballero mi abuelo
Como temía la pobreza
en una ocasión
ideó cultivar champiñones
y para ello es imprescindible
acopiar bosta de caballerías
Había en el pueblo dos o tres
familias andaluzas
que llamaban burreros
transportaban con los burros piedras
de la cantera
mi abuelo se presentó
conmigo de la mano
en la casa de una de ellas
abrió el portón una señora
desgastada cobriza
cortezosa analfabeta
qué se le ofrece a usted
Y mi abuelo empezó
tendría usted la bondad
yo mismo en mi pequeñez en mi tempranidad
comprendí
lo inadecuado asombroso exquisito
de aquella fórmula
asustó a la mujer
la delicadeza asusta a los maltratados
Volvimos a casa
yo avergonzado admirado de mi admirable abuelo
mi puño cabía en su mano yo cabía entero en su
mano
mi vida entera vivía en su vida
Pero es que mi abuelo era de ciudad
sabía francés
amaba las matemáticas
ignoraba el fútbol
leía el Quijote
recitaba a Gabriel y Galán
fabricaba radios
escribía cartas en verso
había sido el protagonista
de Juan José en una representación de aficionados
un día borracho había boxeado
frente al espejo
según mi abuela
Mi abuelo tenía la elegancia
de la lentitud
y la bondad de la paciencia
Me hablaba de pájaros
había conocido a Azorín
en la librería La Fe
donde era dependiente
había visto numerosas veces
a Valle Inclán en la Plaza del Progreso
ahora Tirso de Molina
en el punto de los taxis
mi abuelo fue taxista entre otras cosas
Mi abuelo tenía miedo a la pobreza
y por eso era tacaño
Mi abuelo fumaba picadura
se le caía abstraído la ceniza
yo le miraba mucho a mi abuelo
y como era parsimonioso no se iba a morir
Pero se empezó a morir un año
yo tenía quince
de leucemia la sangre se le volvía agua
le dolía todo el cuerpo
no podía descansar en la cama
seguía haciendo problemas de matemáticas
le gustaba Falla
Un día de julio se murió
lo enterramos como a todos los muertos
y nos fuimos a casa
Él se quedó muerto y yo seguí vivo
Lo típico es que los muertos se quedan quietos
pero los vivos continuamos conducidos
por la cinta de transporte de la vida
Tengo fotos suyas ahora estoy viendo una
Y lo que me sucede es extraño
no reconozco a mi abuelo es decir sí
lo reconozco pero lo veo como un extraño
Supongamos que suena el timbre y abro la puerta
y está mi abuelo enfrente de mí
hola soy el abuelo Hermenegildo
¡por dios qué sorpresa pasa!
y me veo tratándolo con la vaga cortesía
sin confianza
que emplearía con el vecino
de arriba que tiene un hijo músico
y me cae bien
si viniera a tratar
un asunto cualquiera de la comunidad
siéntate quieres un café
Los muertos se quedan quietos en su fotografía
pero nosotros seguimos en la barca
por el río
yo tenía quince años ahora cuatro veces más
me he ido yendo viviendo mi abuelo ya no está
aquí
está allá en mi infancia mi pubertad
no le dije adiós por supuesto ni siquiera lo
olvidé
me limité a traicionarlo
hubiera debido estar junto a su memoria
como si eso fuera posible cada día
De qué hablaríamos abuelo
Qué ha hecho con nosotros el tiempo
qué ha hecho contigo la muerte conmigo la vida
Me siento mal una a manera de arcada
me provoca
No me queda ni eso yo que quise con la
fidelidad de un niño tan parecida a la de un
perro
no sabría cómo retomar la conversación
con mi abuelo
Qué destrozo
Ojalá pudiera reventar en un sollozo
Los amores un día eternos
infinitos e irrebatibles del primer corazón
se nos antojan con el tiempo
como esas novelas que nos entusiasmaron
entonces y ahora o son triviales o cómicas
Aquellos muslos juveniles ardieron
y su llama era inextinguible…
No es que perdamos a los otros
es que nos perdemos a nosotros
No es que seamos infieles a los otros
es que nos somos infieles a nosotros
Todo se mueve y al moverse se desbarata
Solo la muerte nos clavará a la tierra para
siempre
y entonces por fin seremos fieles a nosotros
y a nuestros vivos
Alas sin pájaro, de José Luis Fernández-Hernán.
Ediciones Vitruvio. Número 725 de la colección Baños del Carmen.

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