El vino está borracho de beberse,
se bebe entre tinajas y botellas,
se bebe hacia la luz de las estrellas
y se bebe con tiento y sin caerse.
Un borracho de vino puede verse
en las altas barandas de las bellas,
en el labio tan rojo que les sellas
y en el amigo fiel que te converse.
Voy por vino a las cubas y a las viñas,
borracho voy y aún no lo he alcanzado,
pero por eso, amada, no me riñas.
Beberé cara al sol y en descampado.
Niñas a mi corriendo; niñas, niñas…,
que es más dulce vivir a vuestro lado.
*
Rimo un poema, cavo un surco.
Encuentro una palabra, busco un nido.
Leo la prensa, injerto los manzanos.
Consulto el diccionario, aporco los pimientos.
De la tierra a la pluma voy, y punto.
Me son gemelos libro y huerto.
Podéis mirar las rayas de mis manos.
Son de escribiente y de labriego.
Lo que yo cuento lleva polvo encima.
Los frutos que consigo son sonetos.
A los dos por igual mi alma se arrima.
(Y este ejemplo capcioso es una treta
para saber si sois o no catetos
los que vais a juzgarme por poeta).
Campo de sonetos en rama, de Apuleyo Soto. Ediciones Vitruvio. Número 438 de la Colección Baños del Carmen.
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